El pasado 10 de enero tuvo lugar la cuarta sesión de nuestro club de lectura de poesía. Fue la reunión más concurrida de las habidas, y por lo tanto la más animada, dinámica y enriquecedora. Esto indica que el grupo se va estabilizando, consolidando, y además gente nueva se va sumando a la iniciativa. El parón navideño no hizo mella en nuestras lecturas, y la ciudad como símbolo del infierno fue el tema en torno al cual giraron los textos seleccionados y comentados por todos.
Juan Ramón Jiménez
El primero de los poetas objeto de lectura y tertulia fue, como no podía ser de otra forma, Juan Ramón Jiménez. Hubo coincidencia a la hora de comentar, recodar y valorar algunos aspectos que no suelen ser tenidos en cuenta de manera habitual y suficiente.
El primero de ellos es el magisterio ejercido por él sobre las restantes generaciones poéticas del siglo XX. El concepto generacional, ampliamente defendido y utilizado por su utilidad escolar, deviene tremendamente injusto a la hora de valorar individualmente las propuestas poéticas. Y es que las generaciones posteriores a JRJ no solo no vinieron a olvidar la escritura juanramoniana, cuanto a confirmarla en su más absoluta modernidad.
Además, buena parte de los poetas que siguieron al premio Nobel de literatura, como señalaron algunos de las participantes, usaron su estética de una forma flagrante, más allá del homenaje, aunque sin llegar al plagio. Su huella es evidente y determinante en la poesía de Lorca y Hierro, sendas escrituras objeto de lectura de esta tertulia.
Los textos antologados y leídos por los asistentes formaban parte de su Diario de un poeta recién casado, y fue notoria en él la predilección por parte de JRJ por el prosaísmo, siendo uno de los índices principales de su modernidad. Este carácter de vanguardia, especialmente apreciado por las generaciones poéticas futuras, debemos vincularlo al carácter plenamente urbano en el que se ambientan los poemas escogidos, fruto de la visita a la ciudad de Nueva York, además de a otras urbes estadounidenses, durante su viaje de novios junto a Zenobia Camprubí. La escritura más importante de nuestras letras que utilizó a la ciudad por antonomasia para simbolizar el infierno es, sin duda, la juanranmoniana.
La ciudad es vista como una pesadilla de olores entremezclados, como la muerte del cielo o ese lugar en el que el cielo se sustituye por un pseudocielo, la luna por un anuncio de la luna y las constelaciones por las luces de los anuncios. La ciudad es percibida por Juan Ramón como ese lugar en el que las certidumbres dan paso a la mentira, a la apariencia, a la nesciencia y a la incertidumbre. La poesía da paso al prosaísmo en la ciudad, y la verdad a la publicidad.
Federico García Lorca
La segunda propuesta poética de la jornada fue la de Federico García Lorca. El grupo reconoció que es un autor mundialmente conocido por su vena popularista y asociada al flamenco y al mundo gitano-andaluz. Sin embargo, raras veces es visto como el poeta crítico con su tiempo que realmente fue. La ciudad para Lorca, lo mismo que para JRJ, es el lugar en el que de forma más acusada se ven las injusticias y las contradicciones del mundo moderno. Buena parte de los poemas de Poeta en Nueva York están dedicados a la crítica de los aspectos más negativos del ámbito urbano.
Todos reconocimos que PENY, si bien es uno de los libros más famosos de nuestra poesía, es, asimismo, uno de los más difíciles y complejos. Si la propuesta de JRJ era de un lenguaje bajo y conversacional, a saber, prosaico, la estética lorquiana es de un simbolismo hermético e intrincado. Los animales hispanos siguen teniendo vigencia en el discurso del andaluz, pero en este caso, y dado el contexto nuevo, los gitanos dejan su lugar a los negros como clase oprimida y doliente.
La visión lorquiana de la ciudad no dista demasiado de la de JRJ, proponiéndose de nuevo como gran símbolo infernal con algunos matices: Nueva York es el símbolo de la falta total de esperanza, simbolizada en una aurora a la que nadie mira porque nadie duerme (NYC es la ciudad que nunca duerme). Es también la ciudad en la que la falta de identidad hace que todos se esfuerzan por ser lo que no son, por olvidarse de los que nada son, y por convertir en números a los que en ella están. “New York (oficina y denuncia)” es, quizá, el poema más duro de los comentados, del cual extractamos los versos que siguen:
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
José Hierro
Uno de los poetas que concitaron mayores adhesiones fue José Hierro. Los poetas comentados fueron sacados, en esta ocasión, de Cuaderno de Nueva York, uno de los grandes superventas de la poesía española del siglo XX junto al anterior. El poema más elogiado, sin embargo, no fue uno de los antologados, sino el traído por uno de los integrantes de la tertulia.
VIDA
DESPUÉS de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada).Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
Dionisio Cañas
Sorprendieron a los asistentes los textos elegidos de Dionisio Cañas, dentro de su poemario El gran criminal. Se trata de un libro de prosas poéticas, al estilo juanramoniano, que tiene, como los anteriores, un contexto bien definido, la ciudad de Nueva York. En este caso, y apremiados por el tiempo, solo pudimos extractar algunas de las frases que más nos impactaron, en la línea del simbolismo de los poetas anteriores.
Quizá la más impresionante de toda ellas fue “¡Joder, qué jóvenes están los muertos!” Y es que a partir de ella surgieron recomendaciones de lectura como la del filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien reflexiona que en la actualidad estamos demasiado jóvenes como para morir, o demasiado muertos como para vivir.
Benjamín Prado
La última de las propuestas, que quizá no gozó del tiempo deseado para su comentario, fue la del poeta, novelista y letrista Benjamín Prado. En esta ocasión se había elegido el poema inaugural de Cobijo contra la tormenta para la lectura y conversación.
Se destacó el gran poder imaginativo y evocador de sus metáforas y de su simbolismo. Al tiempo, los mejores conocedores de su obra comentaron el uso de determinadas obras de la cultura popular como canciones, películas, e incluso los textos de otros poetas como fuentes de su inspiración.
Para terminar, se repartió la antología de textos para la siguiente sesión. El tema sobre el cual girarán los textos será de nuevo la ciudad como infierno, aunque centrado en esta ocasión en urbes españolas como Barcelona, Madrid y Granada. Respectivamente, los autores propuestos son José María Fonollosa, un grupo variopinto de autores que contextualizan sus composiciones en la capital española y Luis García Montero.